Se marchó sin volver a mirar. Era todo su pasado lo que dejaba. Su nombre, sus ojos, el andar que inventó para continuar amando distancias. Llevaba un bolso color azul y un paraguas. Lo demás era lo de siempre: la parsimonia en los pasos, uno tras otro, hilando un recorrido sin origen. Eso y la realidad fabricada por él y por eso percibida. Eso y un sabor, una caricia cada vez más lejana. La pureza de una sonrisa. El riesgo de caminar sin apuro.
Hermos blog! palabra fina y reposada... y a la vez intensa. Gracias Norma por recomendarlo!!!!
ResponderEliminarMi saludo desde Costa Rica
arabella Salaverry
Miguel: Anduve paseando por tu blogs. Realmente le hace honor al título, tiene color , textura, movimiento.
ResponderEliminarMe gustó mucho el del retrato.Me hizo pensar que hay retratos vivientes y vivos que son retratos congelados. También me gustaron las ilustraciones, perfil de Gavilán , tiene la fuerza de este sitio. Un abrazo desde San Luis. Amelia Arellano