jueves, 20 de mayo de 2010

El amor


No entiende cómo se inició en ese amor. Mirando una calle de siesta, buscando soles entre las oscuridades de la noche, hablando despacio con la gente que se le cruzaba. No sabe. De pronto estaba. Era suyo porque él lo había armado; tenía un rostro hermoso prácticamente amado desde antes de llegar. Se dejó llevar por ese abismo. Lo quería hacer, sí. Decidirlo fue un impulso. Caía entre las grietas y el amor estaba. Para sostenerlo, para compensarlo, para verlo crecer de nuevo y enseñarle a caer otra vez.
No entiende cómo se inició en ese amor. Algo tan ligero sólo puede ser concebido en el riesgo o en la inocencia. Sólo puede ser un amor hecho de raíces, de restos de helechos y fibras que arrastra el río. Un deshecho, algo malherido que queda en un sitio estallando en silencio.
No entiende ese amor.

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