miércoles, 5 de mayo de 2010

Lobos


Este es un día de fiesta para los lobos. La carne está dispuesta sobre la hierba. Algunas presas agonizan a la luz del sol. Tienen las fauces abiertas, han gemido toda la noche. Hoy se entregan. Entre los árboles, la loba madre aúlla un sueño de siglos. Luego, con el hocico reúne a los cachorros. Vuelve a aullar. Uno de los pequeños no se mueve, está muerto como sus presas. No devorará nunca una gacela herida, no dormirá una intemperie de luna en el centro del bosque, no cerrará los ojos sin imaginar otro día distinto. La loba lo deja a un costado. Avanza con el resto hacia la comida. Pesa tanto no ser humano para permitirse la desdicha.

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