martes, 1 de junio de 2010

Creación del hombre


En ese momento fue el hombre. Un hombre como un sueño, como un ángel en el letargo del día. Agonizó en él hasta la calma, la piel, el aire entrando en el jadeo. Después, el llanto. Dejar de verlo ahí, en su sitio. Horas devorando el deslumbramiento y la fatiga. Sin amarlo, sin sentirlo. Sólo tenerlo para adorar su ausencia. Para reconocer que la vida renace.

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