miércoles, 16 de junio de 2010
El retrato
No hay dolor, querida, sólo este pulso mío creyendo que estás cuando extiendo la mano y palpo la cama que dejaste, tu tibieza ausente, el sol sobre la colcha. No, no hay dolor. Es la escalada de gestos, de dudas que te presentan ante mí como cautiva, desolada, joven herida por el viento y los pulpos de las flores. Es la costumbre de no tenerte que viene, llega, pasa, sobra, que deja mis brazos en cruz sobre la cama.
No hay dolor querida. No. Más bien es tu transparencia, tu locura, tu agua sin edad volviendo y yéndose en un río. Y el retrato está ahí, para seguir queriendo.
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Bella y delicada forma de expresar la ausencia de lo amado.
ResponderEliminarFelicitaciones.
Wilma Borchers- Chile