martes, 22 de junio de 2010

Independencia


Éramos muy independientes. Mamá nos dejaba solos la mayor parte del día y nosotros retozábamos en la habitación con la libertad propia de nuestra edad. El juego simbolizaba para nosotros el despertar de una ilusión vieja. Jugar nos igualaba con los héroes de algún relato antiguo. Nos mordíamos arrebatándonos objetos, uno al otro, en la claudicación del cansancio para volverlo a codiciar en otro desliz de la contienda. Uno al otro, íbamos despiadadamente compaginando el divertimento del acecho. En algún momento llegaba mamá y nos distraía. Nos acercábamos rápidos, engreídos pero orgullosos de su llegada.
Y mientras ella nos ponía pretales y correas, yo me rascaba alguna pulga molesta.

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