La mujer del sombrero tiene los ojos claros. Levanta flores y mira cosechar el trigo. Se complace en sentir esos aires llenos de manos que juntan espigas, esas cestas y azadones que sostienen por momentos la fuerza del sol sobre ellos.
La mujer levanta flores y se enciende de vida. Afuera, en el pasillo del museo, un hombre gris se queja de su palidez y de su risa.
Y sí, será que los cuadros pueden tener mayor vida que los vivos...Abrazo
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