jueves, 9 de diciembre de 2010
Cuerpos
Usamos un cuerpo para divertimento ajeno. Llenamos una carne para decir que estamos, que somos. Pero, ¿qué sería si, de pronto, el cuerpo nos dejara por otro, si pudiera optar por callarnos con su huida, negarnos la voz, la sangre, el gesto que nos devora en el espejo, la paz que no nos animamos a sentir?¿Qué pasaría si nuestro cuerpo nos diera la espalda, nos dejara a la deriva cuando más río tenemos para remontar?¿Y si la frente que fue nuestra pasara a ser de otro? ¿Y si el cabello que hasta hace instantes nos mantenía seguros en el lugar donde se enreda, ahora fuera peinado por manos distintas?
En fin, ¿qué sería de este cuerpo sin ese sentido de orientación hacia uno, sin esa costumbre suya de esperar que nos decidamos a tenerlo?
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