miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuerpos


Los hombres saben de este cuerpo. Saben de una piel parecida a los muelles de noche, a los faroles, a los pesqueros detenidos en mitad de la neblina.

Ellos han cubierto de sal este pecho agobiado de enredaderas. Han lamido la penumbra del resuello y la voluntad del daño.

(Ventanas cerradas de par en par ahogan serpentinas de carnavales tan cercanos).

Porque este cuerpo regala por las calles sahumerios de dolor, dedos de dinero, rostros crucificados sobre camas fluorescentes, copiando electricidades y jadeos a la hora de las lunas.

Saben de una saliva desollada, de unos dientes que mastican paredes amarillas, escombros de nácar, perlas de viejos orines que no quise conocer en cada boca.

Me saben. Por eso vuelven. Como vuelven los barcos a las playas. Así, buscando arenas insaciables, acariciando espejos, gotas de peces que boquean, musgos que braman puertas y espaldas.

Los hombres saben de este cuerpo.
Y también del pan que perdí bajo los árboles.

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