miércoles, 2 de marzo de 2011

Retrato



Cómo pesa esto de ser hermoso para siempre. Esto de llevar la conquista en los
hombros sobre un campo de flores.

Es que, a veces, el fuego que soy no es otra cosa que la eternidad atravesando los pasos, el dolor absoluto y la distancia.
Es, este lado del ruido. Un aliento invasor despeñándose de la boca lo mismo que un capricho.

(Hay alguien tocando un tambor verde debajo de la sal de los mares).

Cómo pesan la fragilidad, el temor que arremeten las enfermedades, los pozos donde se fragmentan la piel, los frutos cortados, las ramas sin sus pájaros.
Cómo pesan los sueños en el entramado de la vida. Y esta rebeldía absurda de sabernos perennes y finales.

Pesan tanto, tanto casi como la alevosía de conocer un mismo rostro disperso en todos los caminos.

1 comentario:

  1. Qué bello texto, sugiere una continuación en esa atmósfera poética, de revelación, de cuadro que observa al observador. Me ha gustado mucho. Saludos.

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