martes, 22 de marzo de 2011

Llegada de los niños


Los niños volverán. Ya lo han planeado. Volverán con las gotas del vidrio a producir destellos en mitad de la noche. Volverán a encandilarnos con sus gestos de agua que quedó en los desvanes. Caballos de celuloide, bajo el polvo, reconocerán la llegada de los paños nuevos.

¿Cómo haremos para no enredar con cables sus pasos? ¿Cómo, para no sangrar esa ilusión de ser así de magos tan desnudos?

Los aguardo al pie de la escalera, con las ventanas entornadas y una esfera azul entre los dedos. Los aguardo porque vendrán con intensiones de dulzura. Vendrán con furia tierna, con el juego de mirarnos al espejo y palparnos antes de la sombra, antes de ese ojo desencadenado como una lágrima más abajo de los ríos.

Es justo que no duden los jazmines. Es justo que el perfume les filtre las manos y la mirada abierta.

Pero ¿cómo haremos para dejarlos partir cuando hayan hablado de los pájaros que no deben emigrar y de los trompos sobre el hielo?

1 comentario: