Necesita un nombre al comienzo de su día. Ni bien abre los ojos, busca uno, o el recuerdo de uno, para situar a los otros en su lugar. Una conjunción de sílabas con sentido concertando las demás, las que restan.
La mañana se presenta fresca. Y dura y vieja. Vivida otras veces, en otras mañanas, en otras frescuras. Ahí sigue el miedo de callarla. La cobardía.
Piensa un nombre para decir la nada.
En el principio fue el verbo.
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