domingo, 19 de junio de 2011

Sueño de Teseo


Lo pusieron en una cárcel para perderlo. Era feo y cualquiera se humillaba teniéndolo delante. Las doncellas lo trataban cruelmente y él no sabía amarlas.

Sin embargo, desde su celda que palpita en el centro de una sucesión de pasillos y antecámaras, pasa los días preparando un combate imposible. Se hace de fuerzas para derribar muros y llegar a la ciudad donde matará hasta hartarse: que todos paguen su derrota.

De vez en vez tiene visitas. Hombre y mujeres jóvenes, obligados por las autoridades, participan, vestidos de blanco, en un ritual absurdo y benevolente. Él quisiera devorarlos, pero la reja de su claustro, que no es de hierro sino de sombras y humedades, no permite que los alcance. Sus visitantes le cuentan las nuevas de la ciudad que no verá nunca. Él, los escucha sabiendo que no son dignos de su ira.

Sin embargo, llora un buen rato cuando parten. Esa hermosa juventud obligada a demorarse ante su infame decadencia.

Los guardias de la prisión son más fríos. Comentan entre ellos su muerte como un triunfo. Pasan burlándose de su enorme silueta dual, desprolija. Él, impasible, cierra el puño de toro. Recuerda que su madre fue violada en una cava por el jefe de la curtiembre. Y le da la razón a tanta risa puesto que el odio del origen no puede resumir en belleza. Nunca es justo el exceso que da vida.

Ni bien se enjuga las lágrimas que denuncian su sensibilidad monstruosa, se imagina un contrincante a su altura. Lo ve de pie, en la entrada; una faca en la mano derecha y un ovillo de lana a medio desmadejar, en la izquierda.

Él peleará sin armas, como corresponde a un soldado. Se complace en la espera de ese reto.

1 comentario:

  1. Excelente. El mito siempre nos trae una relectura de nuestra realidad. Teseo, su segundo nombre debe ser impotencia, impotencia ante la prepotencia. Teseo puede ser yo cuando me siento así en una esquina de la estructura burocrática, esperando que alguien me lance el ovillo o el macanazo; Teseo puede ser una parte de la población del mundo ante la impunidad, Teseo puede ser esa sociedad civil arrinconada por la metralla de los soldados. Ariadna no es una mujer, es la necesidad de un ajuste de cuentas, la libertad a riesgo de tantas cosas.

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