miércoles, 28 de abril de 2010

Luces


Este que es el último fin, que es el último lapacho florecido, me sirve para decir, amor, lo que pretendo. Porque ya no besaré más la curva de tus manos, ni seré la sombra de estos pasos que dejo, ni me reclamarán los vientos que me guían.
No me verán adormecido sobre las velas de las naves alejadas. Y no vendrán por mí los ojos aquellos que dejamos. Seré una parte de tu nada. Una parte como un limón partido, como una cesta sola. Tu frente no será mi frente y no será mi voz.
No besaré la memoria del hielo, la desheredad de los frutos, las hogueras que no estarán para mí. Los hombros de las estatuas dirán de primaveras pasadas que no lloré. No tocaré tu pan y tus huellas. No me mirarás salir desde la prisa sin medir la fuga. Pasaré como una luz desprendiéndome desde lo poroso de las calles donde abundan los autos ajenos. Mientras entibie el interior de los abrigos para hincarlos después en butacas de cuero y calendarios y manos que llaman.
Habrá sólo una parte de lo vivido. La rama, los cansancios, la vejez de los bolsillos. Seremos esta parte, la parte sola, amor, que abandonamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario