miércoles, 28 de abril de 2010

Tarde


De pronto la tarde fue quedando fugitiva. Larga y de prisa, toda laberinto y bosque. Por los puentes, arriba, una multitud de desterrados sabe de la fragilidad del instante. Por los puentes, abajo, hay un desguarecerse de arenas. Hay alguien que recorre la perfección de la vigilia, con hombros en las manos. Después, las presas del sol, lo glacial de los rincones, la curvatura de algo mío en las palabras, en la boca prohibida por mí.
De pronto, la tarde fue quedando fugitiva. Larga y de prisa, sin contar con nosotros.

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