sábado, 21 de mayo de 2011

La libertad


No dejes que se escape; no dejes que se vaya tan lejos tu libertad. Hacele frente, amala, confiale que los días sin ella no pueden ser buenos. Hablale al oído, eso le gusta. Decile que la querés, que hay barcos dispuestos para ustedes, que un camino de antorchas espera la calidez del verano. No la rechaces, que cada día sin ella, es como ver morir el aire, como dejar de hablar esa palabra joven, imprudente, innecesaria, que nos da vergüenza, pero que debe ser dicha para que detrás, lleguen las otras, las oportunas, las irremediables palabras de la verdad.

No dejes que se escape, no. Pero tampoco la acorrales. Porque la libertad está allí para dejarte avanzar pero sólo si la dejás ir adelante, limpia, con sus ropas de entrecasa, olorosa a pinos y a mañana, con sus dedos que hurgan un instante verde, tu instante, flexible como un junco, como quiere que vos seas para estar a su lado, para ser merecedor de ella.

No dejes que se escape.

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